Con palta, tomate y mayo, el especialista sostiene a modo de analogía que en estos vinos la suma de las cepas genera un producto único, original y de gran calidad.
Cada mes, el sommelier Felipe Ubeira presenta junto a Up to Wine (www.uptowine.cl) una nueva cata temática para los amantes de los vinos de autor, un espacio distendido, dinámico y educativo donde a través de ejercicios prácticos es posible aprender sobre el interesante mundo de la vitivinicultura.
Para este mes, los vinos seleccionados comparten la característica de ser vinos blends o ensamblajes, es decir, aquellos que se componen por la mezcla de diferentes cosechas, cepas y terruños.
El sommelier señala que existe cierto desconocimiento sobre los blends. “Durante algunas catas de vinos o conversaciones con amigos y familia me he encontrado con la siguiente pregunta – ¿por qué las viñas mezclan las cepas en ciertos vinos? – Seguido de comentarios como – los ensamblajes o blends son vinos de menor calidad que los elaborados con una sola cepa-. Al contrario, Imagínense un sándwich italiano, esa mezcla perfecta de palta, tomate y mayonesa, que juntas provocan una sensación tan única e inconfundible. Puede parecer mundano el ejemplo, pero quién se atrevería a menospreciar tan noble mezcla de ingredientes.
Dicha mixtura nos lleva a acompañar cualquier proteína que tenga nuestro sándwich para que quede un producto final inconfundible y sublime. Ese mismo sándwich no sería igual si no llevara palta, por ejemplo, o si por algún error olvidamos ponerle mayonesa. Cada ingrediente aporta lo suyo, el tomate lo fresco y crocante, la palta lo cremoso y vegetal, y la mayonesa lo salado y graso. Sin embargo, el conjunto de sabores y texturas se transforman en algo más que la suma de sus partes”.
En el caso de los vinos, sucede algo similar, sostiene Ubeira. “También se pueden hacer grandes mezclas que permitan que el producto final (un vino blend o ensamblaje) sea más que la suma de sus partes y se transforme en un producto único, original y de gran calidad”.
Como ejemplo, señala que los vinos de mezclas mediterráneas “GSM” (Grenache – Syrah – Mourvedre) o “GCM” (Garnacha – Cariñena – Monastrell) son unos vinos famosos elaborados en el Ródano (Francia) o en el Priorato (España) que en algunos casos pueden costar cientos de miles de pesos. Su calidad es única y son muy apetecidos por quienes disfrutan del buen beber.
En este caso cada cepa aporta elementos organolépticos especiales que crean un vino nuevo y original. La garnacha aporta con sus aromas a frutos rojos, especias y alcohol; la Syrah aporta cuerpo, aromas animales y fruta negra; y la Mourvedre o Monastrell aporta taninos y color. Para el caso del Priorato en ocasiones se remplaza la Syrah por Cariñena (o Carignan) que aporta acidez y frutosidad, por ejemplo”.
En el caso de Chile, el especialista manifiesta que “no existen vinos blends tan determinados por región como los mencionados anteriormente. Sin embargo, los enólogos y viñateros hacen un gran trabajo para sacar lo mejor de las cepas cuando realizan una mezcla. La finalidad eso sí es la misma que en los casos mencionados anteriormente: crear un producto original y único en base a lo mejor de cada cepa que entra en juego”.