La empresa familiar fundada en 1884, hoy emplea a más de mil personas en la Región Metropolitana. Su apuesta para los próximos años es innovar en la producción repostera y panadera, mediante el uso de energía renovable.
La permanencia se sustenta en los valores familiares y empresariales, con austeridad, perseverancia, toma de riesgos responsables y la unión de los descendientes. Para la familia Ferrán, esa ha sido la clave para mantener la panadería y pastelería San Camilo en el corazón de los santiaguinos. “Perpetuar negocios como San Camilo, con más de 100 años, tiene que ver con mantener el vínculo emocional con la familia y la asociación, y que el legado esté presente en todos”, ya que es una marca que traspasa generaciones al evocar recuerdos para muchas personas, explica Alberto Ferrán, actual gerente general.
San Camilo conmemora 140 años este octubre, fecha que la encuentra en un auspicioso momento, con una red de 63 establecimientos -dos de ellos salones de té- en 17 comunas de la capital; y la obtención del Primer Lugar del Premio Nacional de Satisfacción de Clientes, en el sector minimarket.
Creada en 1884, conserva sus tradiciones, pero también ha logrado adaptarse a los gustos y tendencias de los clientes. A través de innovaciones tecnológicas desarrolló nuevos productos; se acercó a los consumidores con locales en el metro, centros comerciales y terminales; y desarrolló una tienda online que despacha a domicilio: https://sancamilo.com/
“Este negocio premia la constancia y la herencia. Sales con las marraquetas frescas todos los días. De eso se trata”, afirma Ferrán.
La fábrica se mantiene en el lugar donde en 1884, y donde -años después-, el catalán Antonio Ferrán Sabaté adquirió la primera panadería San Camilo: la esquina de San Pablo con Matucana, en el barrio Yungay, en Santiago. Un ejemplo del valor que la familia Ferrán -con su cuarta generación en el negocio- asigna a la tradición y al arraigo en la comunidad que le vio nacer con un nombre que, según la leyenda, surgió cuando los empleados hallaron un santo de madera en el lugar donde se almacenaba el pan.
En sus instalaciones se hornean colizas, marraquetas y la hallulla que, con cuño, es un producto distintivo, que duplica en venta a las marraquetas y es la “estrella” junto al berlín crema y la empanada de pino. Ésta última es muy demandada. En septiembre se vende más de medio millón de unidades, según indica el gerente general. Los clientes elijen entre masa tradicional y hojaldre, pino clásica o con ají, pino ave, queso o napolitana, entre otras. “Es la misma receta de toda la vida. La hacemos hace más de 100 años”, destaca.
Un sello es, precisamente, la receta patrimonial. Mantecados, torteles hoja, chilenitos, cocadas, almendrados y el Pan de Pascua hecho a mano se producen artesanalmente. La oferta supera los 300 productos de panadería, pastelería, bollería, helados, productos de cóctel y empanadas, con materias primas de calidad y respeto a la tradición. La amplia gama incluye berlines, rollitos, dulces chilenos, medialuna, palmeras, muffins, magdalenas, hallullas, marraquetas, fricas, pan de completo, colizas, panes integrales, moldes, pan de cóctel, ciabatta; y tortas de bizcocho, panqueque y hojaldre, con las clásicas chantilly piña y crema moka, así como tartaletas, pie de limón, torteles y kuchen, entre otros. En 2021 se sumó una línea sin gluten con tortas, pan y galletas. Todos estos productos se envían tres veces al día a los locales, con más de 40 mil transacciones diarias.
En 2021 se hicieron cambios para representar mejor la esencia del negocio, que genera trabajo a más de 1.500 personas, el 70%, mujeres. El mensaje “Lleva lo bueno” ratifica la frescura y calidad en cada compra.
Con más de un siglo liderando el negocio, el clan Ferrán preserva el legado del fundador. Su objetivo como una sociedad anónima 100% familiar es impactar positivamente en la sociedad (trabajadores, comunidad, medioambiente, clientes y proveedores), siendo un ejemplo de integridad y de resguardo de la tradición del oficio, del cual son su exponente más antiguo. Para ello participan en la Cámara de Comercio de Santiago; y las Asociaciones Gremial de Industriales del Pan de Santiago (INDUPAN); y de Empresas Familiares (AEF); y se han alineado a una gestión empresarial responsable. En 2023 emitieron su primer Reporte de Sostenibilidad. En 2025 saldrá el segundo. Asimismo, cuentan con el Sello Reducción de Huella de Carbono, del Ministerio del Medio Ambiente; y certificaciones ISO en medioambiente, eficiencia energética e inocuidad alimentaria.
Los avances en sostenibilidad y las proyecciones conviven con la valorización profunda de sus orígenes. Aspiran a crear un Museo con la historia de San Camilo, en la casa de los abuelos Ferrán, que ya fue restaurada y es aledaña a la fábrica de San Pablo. Para este sueño pendiente han conservado las máquinas y reliquias originales, a fin de que las nuevas generaciones conozcan el esfuerzo y la creatividad que hay detrás de un emprendimiento familiar que ha permanecido en el tiempo y en las preferencias de los chilenos.