Esta variedad de Concha y Toro destaca por su color damasco pálido y sus frescas y delicadas notas a granada, flores y sandía.
En los últimos años, el consumo de vino rosado ha ganado adeptos alrededor del mundo convirtiéndose en una tendencia, por lo que se ha posicionado como un producto trendy. Según datos de Rosé Wines World Tracking entregados en 2020, entre 2002 y 2018 las ventas de esta variedad aumentaron en un 40%, siendo Europa Occidental y Estados Unidos sus principales fanáticos.
En Chile este comportamiento no es muy distinto. Los supermercados -principales puntos de comercialización de esta categoría- registran un acumulado del 59,7% respecto al período anterior, siendo Santiago la ciudad que más consume, con un 69% de la venta, seguida por Viña del Mar y Concepción, según datos entregados por la empresa investigadora de mercados, Nielsen Scantrack, en su reporte de mayo.
Sus características lo hacen especial, pues es un vino versátil, con personalidad y glamoroso, por lo que se asocia a compartir y celebrar, especialmente hoy, cuando estar en casa ha tomado un nuevo significado. El Rosé de Concha y Toro, originario del valle de Itata y con una cosecha 100% manual, destaca por su color damasco pálido y notas frescas.
Originario del valle de Itata y con una cosecha 100% manual, el Rosé de Concha y Toro destaca por ser un vino versátil, con personalidad y glamoroso, que tiene similitudes con el espumante en cuanto a color y sabor, por lo que se asocia a compartir y celebrar, especialmente hoy cuando estar en casa ha tomado un nuevo significado.
De acuerdo al enólogo de Rosé, Marcio Ramírez, “este vino se produce con la variedad Cinsault, que es ampliamente usada para elaborar vinos rosados en la región francesa de Provenza. Además, es un producto refrescante y con cuerpo ligero que puede disfrutarse en variadas ocasiones, ya sea como aperitivo, antes de almuerzo o simplemente como una bebida con la que relajarse al final del día”.
Es por esto, que Rosé de Concha y Toro se puede disfrutar en cualquier época del año, y es un muy buen maridaje para picoteos con quesos, como el fresco, de cabra, camembert o brie; o diversos tipos de recetas, entre ellas, entradas ligeras o las que combinen ingredientes como pimientos, azafrán y finas hierbas. Esto, gracias a que en boca es un vino muy suave, que entrega una sensación cremosa y un final fresco y minera, con frescas y delicadas notas a granada, flores y sandía. En otras palabras, un gran compañero para cualquier hora del día.
La invitación es a disfrutar de los espacios en casa, con la compañía del Rosé de Concha y Toro y hacer de cada encuentro un momento único.
