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CRÓNICA: EXPERIENCIAS GASTRONÓMICAS EN VALLE DE ELQUI

Contar anécdotas, vivencias o experiencias positivas o negativas en nuestras visitas a espacios gastronómicos y/o cualquier lugar siempre es entretenido.

Ya sea por este medio -un blog-,  en la junta con amig@s, en el  lugar de trabajo o compartiendo con la familia, habitualmente, pasamos el dato dónde ir, no ir o simplemente arriesgarse si la situación vivida no ha sido agradable.

Las experiencias no tienen por qué repetirse y no todos tenemos la misma suerte, cuando una vivencia es pésima o excelente.

En mi caso, quiero contarles mi paso por tres restaurants de mi Valle de Elqui querido. Dos de ellas son parte de mi más reciente visita, donde pasé unos días en mi hogar elquino y aproveché de celebrar mis 23 añitos ( jejeje) o mi año Cero.

Comenzaré por la más reciente visita.

El Bosque Restaurant. Ubicación: Horcón bajo. Fui a celebrar mi cumpleañitos, en este restaurant vecino. El lugar es precioso, con río incluido y una vista hermosa a sus cerros nevados. La experiencia fue muy positiva, salvo por una pequeña situación que la dueña remedió muy bien.

Restaurant El Bosque- Horcón Bajo

 Pedimos jugo de chirimoya, sour jengibre-menta y mojito sin alcohol. Todos deliciosos, como siempre. Degustamos, atún y camarones al ajillo, pues estábamos cansados de comer carne. Ambos platos estaban muy ricos, salvo los camarones que venían con piel. No nos molestó el tener que sacar la piel a cada uno de los camarones. De hecho, nos causó mucha risa, pues no somos tontos graves, pero sí hicimos la observación a su atento y amable garzón. A modo de reparación, su dueña no nos cobró dicha preparación, asumiendo la equivocación y la de su proveedor. Finalmente, todos felices (excepto el proveedor).

Camarones al ajillo

Reflexión: Es una muy buena práctica el que los dueños o administradores de un restaurant asuman los errores que se comenten voluntaria o involuntariamente. Eso refleja honestidad y buen servicio, teniendo como resultado el que sus clientes sigan prefiriéndolos cada vez que se pueda.

El Cielo. Ubicación: Alcohuaz. Después de una caminata de 5 km cerro arriba, por un sendero de tierra, pasajes muy difíciles de cruzar y a pleno sol, decimos darnos un gustito en este restaurant. La verdad es que íbamos a pasear y a comprar queso de cabra, pero la tentación de descansar y comer rico fue mayor y nos quedamos a almorzar.

Este lugar también es muy lindo, con un entorno único, rodeado de sus más bellos cerros y un cielo espectacularmente azul. La arquitectura de El Cielo, también es muy bonita, con materiales nobles, naturales, muy propio de Valle de Elqui.

Restaurant El Cielo- Alcohuaz

Desde que me fui a vivir a Valle de Elqui, siempre he pensado que podrían sacarle mucho más partido o provecho, puntualmente, a su carta de preparaciones como de bebestibles. Podría ser más variada y con productos de la zona. Algo mínimo que pueden potenciar en este hermoso y místico lugar.

Pedimos jugo de chirimoya (nos encanta) y cerveza Guayacán. El jugo, muy aguado, casi sin sabor. Pensamos cambiarlo, pero el “efecto retardado” fue mayor. Y para comer, Falafel y Pollo a la plancha con agregados. Todo rico, simple, sencillo. La atención: bastante lenta, peeeeero comprensible. Luego de hablar más en confianza con el garzón y, porque soy muy curiosa y preguntona, supe que llevaba sólo tres días trabajando allí como garzón y además, estaba solo, sin apoyo de otros compañeros en sala. Le dimos unos tips de cómo atender mejor, optimizando tiempo y con más fluidez. Todos, nuevamente, felices.

Reflexión: Nos seamos tan duros con las personas que atienden en un restaurant. Muchas veces no sabemos cuál es la situación por la que está pasando (laboral y/o personal), lo que puede “entorpecer” la calidad de su servicio.  Son casos muy puntuales y lejanos, pero sí creo hay que considerarlos. Ahora, si la atención y comida es mala, por no decir pésima, definitivamente, no hay que ir más. Fácil y bonito.

Bonus

Otra situación que nos ocurrió fue en plena pandemia, con las cuarentenas y todo lo que conllevó esta crisis mundial. En ese entonces, pedí un delivery, por el Día del Padre, muy rico. Todo bien. Incluso quedamos satisfechos. Con esta experiencia, pedimos por 2° vez un delivery, para otro cumpleañitos mío.

Fuimos a comer dicha comilona a los cerros de un viñedo y, para sorpresa nuestra, la porción de carne era E-NA-NA. Quedamos plop.

Cuento corto. Les escribí, haciéndoles saber nuestra observación y nos respondieron que lamentaban haber generado expectativas, pidiendo disculpas.

Reflexión: Cuando ya en más de una ocasión tenemos una mala experiencia, por muy pequeña que sea para el cliente o el dueño-a, lo mínimo que uno espera es que estos nos hagan una atención o remedien “en parte” el mal rato. Por lo que este tipo de experiencias te dejan con un sabor amargo y definitivamente, ya no te dan más ganas de ir.

En la primera crónica que escribí sobre algunas experiencias gastronómicas, ya conté otra situación vivida en este último lugar que no he nombrado porque pasó la vieja. Creo que algunos merecen feed back (retroalimentación) y otros, definitivamente, nada.

Luego del desahogo, parte II, continuaré relatando nuevas vivencias de comilonas, teniendo siempre presente que, para mí ( y creo que para muchas personas), la atención y buena cocina van de la mano, sea en un restaurant “pirulo” o en un restaurant sencillo los que, muchas veces, tienen un gran y generoso corazón.

Por: Caro Aliaga M.

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