Soy Pablo Ramírez, chef oriundo de Santiago. Estudié gastronomía en Ecole y, desde entonces, he recorrido distintas cocinas del mundo: Francia, Perú, Tailandia e Italia fueron parte de ese viaje transformador donde fui entendiendo mi oficio desde el origen.
Cada país me aportó técnicas, sabores y una nueva forma de mirar los ingredientes. Esa búsqueda me llevó a crear La Huerta Meli, un proyecto que nace desde el deseo de reconectar con la tierra y cocinar con sentido.

Hoy funciona por temporadas en un rincón de Los Muermos, al sur de Chile, donde la naturaleza marca el ritmo y los productos dictan el menú.
¿La cocina como carrera u oficio…cómo la ves?
La cocina, para mí, es un lenguaje. Es una forma de expresar, de cuidar, de provocar. Es oficio, sí, pero también sensibilidad, paciencia y mucho respeto por el proceso. No la veo como una escalera de éxito, sino como un camino de constante aprendizaje.
Al momento de crear ¿qué te inspira?
Los climas, las temperaturas y los productos que la tierra nos da en cada estación. Crear con lo que hay disponible en el momento es una forma de rendir homenaje al territorio y a sus tiempos.
Tu ingrediente o producto predilecto es:
Las setas nativas. Por su belleza, su contexto local y su ciclo de vida, que es casi poético. Son versátiles, nutritivas y crecen con una lógica circular que me encanta integrar en mi cocina.

Tu mejor elemento en la cocina es:
Un buen cuchillo afilado. Es el compañero más fiel del cocinero. Con él se empieza todo, y bien cuidado, te acompaña toda la vida.
Te encanta la comida:
Mediterránea. Por su simpleza, su equilibrio nutricional y por cómo logra que cada ingrediente brille sin disfrazarse.
Tu preparación estrella es:
Depende de la temporada, pero tengo un cariño especial por las preparaciones en horno de barro, con fermentos propios y productos recolectados. Me gusta cuando el plato habla del entorno.


Para comer, ¿qué tipo de comida recomiendas y lugar?
Comida de mercado, fresca, directa. Preparaciones simples que respeten al ingrediente y que se entiendan sin tanta explicación.
Y el lugar que recomiendo para comer es La Fuente Gaucha, en Puerto Varas. Lograron algo difícil: elevar un producto popular sin perder su esencia. Sus sándwiches son imperdibles, y tienen un postre que definitivamente dará de qué hablar.
Un aprendizaje en gastronomía:
La organización y administración de una cocina. Aprender a ordenar el caos, a manejar tiempos, equipos y costos ha sido un desafío real, pero también una oportunidad para hacer de la cocina un espacio creativo y sostenible.
Admiras a:
Los agricultores, pescadores y recolectores. A quienes mantienen viva la autonomía alimentaria y nos proveen de lo esencial, muchas veces sin reconocimiento. Ellos sostienen la cocina chilena más que nadie.

¿Qué opinas sobre la cocina chilena?
Hay mucho más de lo que se conoce o consume comúnmente. Me cuesta encapsularla como algo homogéneo, porque cambia de región en región. Aún tenemos mucho por descubrir y valorar dentro de nuestro propio territorio.
Cuál es el paso a seguir o que te gustaría emprender en tu carrera como chef:
Quiero seguir apostando por la simpleza. Por proyectos pequeños, humanos, donde la comida tenga sentido y llegue a más personas. Que cada plato cuente una historia, y que esa historia sea visible, comestible y compartida.
Por: Caro Aliaga M.
Imágenes: Cedidas