El 23% de los niños de enseñanza básica en el país presentan obesidad y si se incluye a aquellos con sobrepeso la cifra llega al 51,7%, según datos de la Junaeb.
Los hábitos son acciones que repetimos constantemente y se transforman en nuestra manera de hacer las cosas. Dichas acciones son aprendidas a lo largo de nuestra vida y muchas de ellas son muy difíciles de cambiar, puesto que se convierten en comportamientos automáticos.
Elizabeth Luna, nutricionista de Sodexo, explica que los hábitos alimentarios son uno de los que más esfuerzos requieren para ser modificados, debido a que se ven condicionados tanto por la disponibilidad de alimentos, como también por el nivel de educación alimentaria de las personas.
“Cambiar la forma en que nos alimentamos requiere primero un cambio de conciencia y eso no es fácil. A los adultos se les dificulta porque ya están insertos en una rutina en donde no organizan su tiempo para comer alimentos más saludables. Sin embargo, generar un cambio de actitud juega un papel fundamental para la incorporación de una nueva conducta”.
En los primeros dos años de vida los niños van formando sus preferencias alimentarias y es responsabilidad de los padres inculcar buenos hábitos en los niños. Según Elizabeth Luna, una alimentación saludable es aquella alimentación que aporta la energía que necesita cada persona y todos los nutrientes esenciales, como proteínas, hidratos de carbono, lípidos, vitaminas, minerales y agua. Por lo tanto, dicha alimentación es la base para las etapas de crecimiento y desarrollo físico e intelectual.
“La mejor forma de educar a nuestros hijos sobre la alimentación después de la lactancia es ofreciendo alimentos saludables. Siempre respetando sus decisiones de probar o no probar la comida que les ofrecemos como, por ejemplo, la alimentación de un niño en edad preescolar de 2 a 5 años”, expuso Elizabeth.
“La comida debe estar compuesta por tres porciones de lácteos descremados, una porción de proteína, ya sea pescado, carne o huevo, asegurando el consumo de 2 a 3 verduras, dos frutas y entre 2 a 3 porciones de cereales diariamente. Es clave no usar los alimentos como recompensa, no se debe generar una rutina de premiar a los niños con comida sin aportes nutricionales o golosinas, o que ir a comer a un restaurant de comida rápida, se visualice como un premio a sus esfuerzos o comportamiento”, afirmó Elizabeth Luna.
Los padres son los responsables de los hábitos que sus hijos adquieren en el tiempo. Por ello, es relevante entregarles comidas saludables luego del periodo de lactancia, porque esa será la base para sus buenos hábitos alimentarios. En ese sentido, actualmente en nuestro país el 23% de los niños de enseñanza básica sufren obesidad y si se incluyen a aquellos con sobrepeso la cifra llega al 51,7%, según datos de la Junaeb.
La buena noticia, es que podemos modificar nuestros hábitos y los de nuestros hijos con dedicación y esfuerzo. Por lo mismo, Elizabeth Luna, entrega simples consejos y recomendaciones.
Lo primero y más importante es la planificación, para no caer en la improvisación, por lo tanto, la recomendación es planificar las comidas de toda la semana. El domingo por la noche es un buen momento para hacer esta tarea. Una inversión de unos minutos generará un gran cambio en la conducta, ya que se comprará de forma controlada y con sentido en base a alimentos concretos.
Segundo, ofrecer solamente agua para acompañar las comidas, exceptuando en el desayuno donde se les puede ofrecer leche. Además, hay que establecer horarios fijos para comer, así el cuerpo se acostumbra a seguir una rutina y se limita el picoteo entre horas.
Otro consejo importante es que no hay que obligarles a terminar el plato, si tu hijo dice que está satisfecho hay que respetarlo y nunca darles porciones muy grandes.
Por último, se deben aplicar todos estos consejos en uno mismo, así mostramos consecuencia frente a los niños, y será más fácil y comprensible para ellos, establecer rutinas saludables en su dieta.