Viña patrimonial del Valle del Itata y expertos de la UdeC crean el primer sistema desmetalizante de vinos mediante fitomasa de totora y nalca.
Los vinos patrimoniales y naturales del Valle del Itata y del Biobío atraviesan uno de sus mejores momentos. No sólo por el interés que despiertan en enólogos, sommeliers, consumidores chilenos y extranjeros, además de las altas puntuaciones obtenidas gracias a la calidad del vino. Es que la vid del Itata, en este caso, tiene a la ciencia y la academia también adosado a este boom vitivinícola, que hace 400 años llegó a nuestra ahora macroregión.
Hablamos de buenas noticias. La Universidad de Concepción fue escenario para un testeo de vinos patrimoniales del Valle del Itata, los cuales fueron sometidos a proceso de desmetalización mediante un inédito y exitoso sistema de filtrado a base de nalca y totora. Un sistema único en Chile y en el mundo. Que ya ha sido patentado. Y en proceso de licencia.
Los responsables de este proyecto, la Viña de Neira, ubicada en los Altos de Guarilihue, en el Valle del Itata, que en el año 2015 decidieron apostar por una idea que reafirmara ese valor agregado que tienen los vinos patrimoniales de nuestra región: que son vinos naturales y con historia. Y en alianza con la Universidad de Concepción, específicamente mediante el trabajo del doctor Yamil Neira, de la Facultad de Farmacia, y del doctor Miguel Pereira, del Departamento de Ingeniería Civil Química, y con el apoyo económico de CORFO y FONDEF, sacaron adelante la idea.
Yamil Neira, explicó que este proyecto propone la fabricación de un sistema de estabilización del vino, mediante su filtrado y desmetalización por filtros fabricados en base a fibras naturales, biodegradabes y renovables, obtenidas a partir de dos especies vegetales nativas: nalca y totora. Ambas, por cierto de la zona del Itata y de la Viña.
El estudio señala que la Nalca (Gunnera tinctoria) es una planta herbácea, ornamental y comestible, nativa de zonas templadas de Chile y Argentina. La Totora (Typha angustifolia), por otro lado, es una planta perenne herbácea y ampliamente utilizada para la fabricación de artículos artesanales. Las fibras de estas fuentes vegetales poseen la capacidad de adsorber iones metálicos a partir de soluciones acuosas, mediante la acción de sus grupos hidroxilo y amino, y es esta característica la que motiva su uso en la fabricación de sistemas filtrantes.
El académico explicó que en contraste con los procesos utilizados actualmente para reducir la turbidez y el contenido de partículas y microorganismos en el vino -correspondientes a distintos tipos de filtración-, así como los métodos usados para reducir su contenido de metales -que consisten en la adición de sustancias químicas para la floculación y remoción de los metales por su posterior filtrado-, la solución aquí propuesta permite cumplir ambos objetivos en una sola etapa de procesamiento, previa al embotellado del vino.
¿Y resultado? Positivo. Gracias a este sistema se logró reducir en un 60% la presencia de metales, entre ellos el hierro. Y hay más. Porque también el vino natural y patrimonial en este caso, puede alargar la vida útil en botella. “Actualmente, un vino natural del Valle del Itata tiene una duración en botella de 2 a 3 años. Y con este sistema estaríamos duplicando a seis, incluso siete años su estabilidad y vida dentro de la botella. Lo que sin duda mejoraría las posibilidades de comercialización de este tipo de vino”, explicó Yamil Neira.
De esta manera, el uso de la tecnología aquí propuesta contribuye a los productores de vino de la zona del Valle del Itata (y potencialmente, a otros productores posteriormente) a crear un producto de mejor calidad que los que logran desarrollar actualmente, ofreciendo así un vino con buena estabilidad en botella y, por ende, más competitivo, con mejor aceptación en el mercado nacional y abriendo la puerta a su comercialización en el mercado internacional.
Proyección
Felipe Neira González, gerente general de la Viña de Neira y parte del equipo de expertos que participó en el testeo técnico realizado en la UdeC, hizo hincapié en que este sistema desmetalizante a base de fitomasa de totora y nalca, viene a constituirse como el primer filtro natural único en Chile y el mundo. “Es importante también reconocer que el mercado de los vinos naturales ha crecido mucho en los últimos cinco años. Por ejemplo, Reino Unido, Europa, Brasil, Estados Unidos y Asia, buscan vinos naturales. Sus consumidores saben mucho de vino. Por ello es muy importante este proyecto que la Viña de Neira y la UdeC han estado trabajando, y necesitamos seguir adelante con este proceso de investigación y desarrollo”, indicó Felipe Neira.
“El vino no debe perder su naturaleza, ahí también está la clave de este sistema. Todo el proyecto abarcó más que nada la desmetalización, pero también descubrimos que este sistema entrega ciertos aromas al vino que en sí no son defectos, pero no son propios de la cepa que testeamos que es la Cinsault. La idea es modificar un poco el sistema para que las propiedades organolépticas no se modifiquen, mantenga el aroma frutal de la cepa. En definitiva, queremos obtener un vino natural que mantenga su naturaleza, tanto en aroma como en gusto. Por eso es importante continuar en una segunda etapa de este proyecto, ir mejorando este sistema, siempre ir recibiendo retroalimentación de los técnicos, y también de los mismos consumidores quienes por cierto ya han señalado que el vino sigue manteniendo su sabor y aroma”, recalcó Felipe Neira.
AHORRO
Felipe Neira señala que este tipo microfibra a base totora y nalca, además de otorgar una estabilidad y prolongar la vida natural del vino en botella, también tiene como beneficio indirecto el ahorro en los sistemas de frío que deben utilizar las viñas para recubrir sus cubas y acelerar la precipitación tartárica. Esto debido a que este sistema remueve considerablemente el contenido de potasio dentro del vino. Dependiendo del tamaño de la viña. Un sistema de frío para una cuba, se calcula entre un millón o dos millones de pesos por cuba. Una bodega de vinos naturales, si produce entre 15.000 a 20.000 litros, el ahorro sería 7-8 millones de pesos en ahorro por un sistema de frío de una viña promedio.