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Los SNACKS extruidos se abren paso en Latinoamérica

El estudio State of Snacking (Estado de los Snacks) de Mondelēz International, evidencia cómo el Covid-19 incrementó el consumo de snacks de una forma más consciente debido a un mayor interés de la gente por su bienestar y su salud. Así mismo registró que durante el aislamiento, el consumo de snacks se incrementó significativamente; sin embargo, con un mayor control sobre las porciones y la selección de alimentos.

En general, en Latinoamérica los hábitos de consumo han cambiado, por eso, son cada vez más los consumidores que disfrutan de un snack en diferentes ocasiones, buscando ser saludables y prefiriendo los horneados en vez de fritos, como también con ingredientes alternativos al trigo como lo son harina de arroz, papa, quínoa y almendras entre otras; muy influenciados por el hábito de los europeos y norteamericanos. Los snacks más recurrentes son los pretzels, que se han abierto paso en la región latina.

Es por esto que es tan importante hablar del método de extrusión para algunos snacks, que aún no se han explotado en América Latina. “Extrudir es comprimir un material o en el caso de alimentos una masa para darle forma a otra. El proceso de extrusión lleva realmente muchos años y es aplicado en diversas industrias, pero o en el caso de Latinoamérica no ha sido muy explotado o simplemente se ha hecho de la manera más tradicional en la elaboración de pretzels, considerando que sus posibilidades son muy amplias” afirma Luis Montoya, Sales Manager Latin American Region de Reading Bakery Systems.

Extrusión de los productos

Los productos extruidos tienen una gran flexibilidad para darle forma a los snacks y se puede jugar también con el espesor, entre más delgados más crocantes, pueden o no llevar rellenos, aplicar sabores como queso, bbq y trabajar con ingredientes alternativos al trigo. Reading Bakery Systems fue la primera compañía en el mundo en automatizar una máquina para hacer pretzels y desde ese entonces viene liderando la industria con sus patentes y know-how. Ahora llega a Latinoamérica para expandir su mercado.

Anteriormente casi todos los productos se elaboraban a mano. Los primeros sistemas de producción en masa incorporaron sistemas mecanizados que imitaban el proceso humano, pero mucho más rápido y económico.

A mediados de la década de 1960, Reading Bakery Systems desarrolló la extrusora de baja presión como alternativa a la máquina de torsión de Pretzels. Esta máquina se ha rediseñado casi 10 veces a medida que mejora la tecnología, pero la función general de la máquina sigue siendo la misma. La extrusora de baja presión utiliza un diseño de doble tornillo para empujar la masa hacia un cabezal de compresión y a través de una placa de matriz adjunta que tiene la forma deseada cortada.

Las placas de matriz se pueden fabricar para casi cualquier forma o tamaño. La masa se fuerza a través de la matriz y luego se corta con un cortador de banda. La presión de la masa se controla durante todo el proceso mediante un manómetro. La mayoría de las masas de pretzels se extruden a 100 psi o menos. Este proceso de “baja presión” minimiza la “cristalización”, una ruptura de la estructura del gluten de la masa debido a demasiada presión. Esto da como resultado un producto muy denso y frágil.

Con la extrusora de baja presión, se pueden cortar filas de pretzels o snacks de hasta dos metros de ancho a una velocidad de hasta 265 ciclos por minuto para la fabricación de productos de muy alta capacidad.

La extrusora de baja presión proporciona una solución de conformado flexible y rentable para una amplia variedad de snacks. El cabezal de compresión y las matrices se cambian rápida y fácilmente para hacer diferentes formas y tamaños, y cambiar la receta base o usar un proceso ligeramente variado puede producir otras opciones de productos. Algunos de los pretzels y bocadillos más populares hechos en la extrusora incluyen trenzas, productos planos y rellenos y trozos de pretzels rotos.

La compañía llega a Latinoamérica con su oferta de maquinaria de extrusión para darle la capacidad a los trabajadores de la industria tradicional, como lo puede ser un panadero, de que pueda producir de manera más eficiente “sin perder su toque particular” de hacer sus bocadillos o snacks. Agrega Montoya.

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